Caballero de rotunda figura. El que sabe mirar. El que dibuja en el espacio con luces y sombras. El que atrapa la vida en un papel, la vida en claroscuros, el tiempo parado donde los matices duermen tranquilos, mientras retrata todos sus espejismos. L.R.
Con esa dignidad de sus antepasados, a los que hace honores, sin aspavientos, Alfonso muestra sus reflexiones en un lenguaje sencillo y contundente, que hace pensar sobre la sinceridad del arte. Con las manos en los bolsillos, sin despeinarse, mirando de frente, nos habla de sonidos de agua, de grandes fiestas de fuego, de semillas preñadas de vida y de tierras resquebrajadas por el gran sol.
"...yo no entiendo el proceso creativo sin la sorpresa. La sorpresa es como un muelle que te hace rebotar, ponerte en guardia, abrirte a algo nuevo..." A.H.
Tu magia pertenece a un mundo olvidado, ancestral.
Matices de amarillos, llamaradas naranjas, rojo bermellón o cereza son tus palabras que brotan controladas de la misma solera, comunicarte a través de tus hornos, trasmitir por medio del fuego es un privilegio de magos y de unos pocos elegidos, que por su sencillez supieron cuidar de uno de los elementos más poderosos.